LÉASE: ES PARA LOS PERIODISTAS

Es hora de marcar la raya en este oficio, lleno de claroscuros, de compañeros, de amigos que dejaron sus vidas en el mismo y, de muchos que continuamos en la brega diaria por conseguir información y, enfrentarnos a diario al temido lienzo en blanco –otrora eran las hojas de papel – que es la pantalla donde plasmaremos la historia diaria.
Ayer, la iniciativa del diputado panista David Cuauhtémoc Galindo, para resguardar el secreto periodístico fue aprobado, ya es ley: bajo ninguna circunstancia, el periodista –¡el periodista!—estará obligado a revelar sus fuentes de información ante autoridad alguna, so pena de que la misma incurra en delito.
Bien por la misma, aún cuando esta ley, no blinda contra balazos o agresiones físicas, sirve de mucho para quienes llevamos años y, mucha lectura invertida en aras de ser mejores, de no sumarnos al montón de mediocres, advenedizos y oportunistas que como nunca invadieron sin rubor alguno, nuestro espacio ganado con mucho esfuerzo, con grandes sacrificios.
Les bastó a toda esta fauna, mandarse hacer un gafete o, imprimir cualquier bodrio, libelo, pasquín o panfleto, donde plasman al por mayor sus carencias gramaticales, con el consabido, “al cabo así se entiende” y, más aún: sus inmoralidades, sus mezquindades, sus vilezas.
Luego, las infaltables ínfulas y prepotencias de tales advenedizos quienes en sus vidas, jamás aprendieron  las elementales reglas de redacción y, menos aún, abrevaron en aquellos inolvidables periódicos – escuelas, donde iban llevando en forma gradual al reportero para que no fuera el hazmerreír en la calle como ocurre hoy en día con cada uno de los integrantes de  esta pandilla.
A ver cuando entienden, que una credencial, menos un chaleco con el logotipo de PRENSA en la espalda no convierte en reportero a nadie; tampoco sentarse frente a un micrófono –con excepciones de quienes ingresan a este medio, procedentes de un medio impreso, donde dejaron testimonio de saber escribir – otorga tal categoría: son comunicadores; el periodismo no es por ósmosis, es por vocación y, porque en el fondo de quien así lo elige, hay mucho de masoquismo, porque serán más las amarguras que los buenos momentos.
No en balde, el excelente escritor, hombre de vastísima cultura, Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido como Catón, en recuerdo y honor de aquel juez de la inmortal Grecia; cierta vez al decirle, me definiera desde su punto de vista, el periodismo, dijo : “Es una profesión amarga, pero de dulces recuerdos”.
Leer, leer y leer, es  y debería ser la constante en este maravilloso ejercicio, es la única garantía para no perderse en el montón, en tanta mediocridad que asquea y llena de vergüenza, para quienes sí le hemos invertido –aunque suene a vituperio – tiempo y, largas jornadas en busca del “ladrillo” que construye los periódicos, como bien definió a la nota, don Julio Scherer.
Hoy, de la noche a la mañana, asombra contemplar cómo el imberbe reportero, sin mayores elementos en el oficio, menos, conocimientos está convertido en “columnista” y, desde esta trinchera se abroga el derecho de convertirse en fiscal de la sociedad, en portador de la verdad, aún cuando jamás haya pasado su vista por libro alguno, menos por la solapa, para decir que tiene “cultura solapera”. Como luego se dice en forma coloquial: “ya éramos muchos y, se le ocurrió a la abuela parir”.
Desde hace tiempo, este reportero, se pronunció por la figura del ombusdsman en el periodismo y, casi es linchado por los mediocres y advenedizos, porque lo anterior implica necesariamente que alguien así, haga una depuración y, de una vez por todas, contar con reporteros de verdad, que reúnan todos los requisitos necesarios para este oficio; un oficio que en el Nuevo Testamento, lo ejercieron al máximo, los evangelistas, Mateo, Juan, Marcos  y Lucas, cronicando la “campaña” de Jesús.
Vaya pues desde este espacio una felicitación para el diputado Cuauhtémoc Galindo y en especial para los reporteros de verdad –los hay – para quienes no requieren de gafetes, ni chalecos con logotipos, menos publicar pasquines o bodrios para ostentarse como periodistas.
Urge una depuración a ultranza, eliminar a tanto advenedizo, a tanto mediocre, a quienes no pocas veces se les mira en marchas apoyando tal o cual causa y, en otras, las menos por cierto porque no le entienden , ni saben, “reporteando”.

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