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EL APOCALIPSIS EXISTE.

Por Manuel Fernando López/Expediente.
Es lunes, seguramente otro largo y espantoso inicio de semana.
Al lado, su compañera, su esposa, la madre de sus tres hijos, ni siquiera le mira. Son fiel ejemplo de que el hambre entró por la puerta y, el amor, el cariño huyó hace tiempo por la ventana o por el resquicio que pudo.
Ha sido una noche de mal dormir, de pesadillas donde todo se derrumba, donde las esperanzas de salvar el barco, se van agotando día tras días. La esperanza es la segunda alma de los miserables, dijo el poeta Goethe, pero en este caso como el de muchos, esta alma se ha extinguido y, el monstruo del rencor, del odio social ha clavado sus colmillos en otras víctimas.
Mientras, en la televisión los jilgueros oficiales, entonan alabanzas a un gobierno perdido desde hace mucho en una guerra estúpida contra un monstruo trasnacional como es el narcotráfico, cuyo costo es de más muertos que en Irak. Lamentablemente una guerra perdida de antemano, porque el mal ya permeo todas las capas de esta sociedad y, desde luego el aparato político.
¿Cuánto resiste un padre de familia, recto, amoroso con su familia, incluso un hombre de principios religiosos, sin poderles proporcionar a los suyos el pan diario, la ropa, los útiles escolares?.
¿Cómo afrontar los diversos pagos por hacer en un hogar, como son los recibos de la CFE, pago de renta o de casa en su lugar?.
¿Cuánto soportará acudir ante su respectiva iglesia y pedirle a su dios, que no lo abandone, porque sus fuerzas están por agotarse y el empleo no llega?.
Pues bien, como este hombre bueno, existen en estos momentos terribles para el país, miles y miles a punto de traspasar esa delgada línea, para colocarse en el lado donde muchas de las ocasiones ya no hay retorno.
El hambre es causa de guerras terribles y, este monstruo galopa sin freno, lanzando su mortal carcajada sobre los más desprotegidos, los olvidados.
Mientras tanto millonarias cifras fueron repartidas a los diversos partidos políticos, para que a su vez continúen medrando al amparo del poder junto a una pandilla de testaferros y aves de carroña que no paran de revolotear.
El horror ya está aquí y, tan lo está que los diversos gobiernos están reforzando cada vez más sus cuerpos de seguridad.
Este es el tamaño del miedo en las esferas de gobierno, pues saben que los discursos no alimentan, menos cuando son huecos, banales, llenos de estulticia.
El Apocalipsis existe.